Por primera vez en bastante tiempo,, y cuando eso ocurre lo más normal es que ocurra lo más lógico. Lógico era que Lando Norris se coronara campeón del mundo en Abu Dabi, donde simplemente tenía que terminar en el podio para desactivar las opciones de Max Verstappen, que se quedó a orillas de su quinto título al no poder culminar una remontada que, en cualquier caso, pasará a la historia de la Fórmula 1. Ni el octavo triunfo del curso que el holandés firmó en el circuito de Yas Marina le permitió al corredor de Hasselt repetir el triple salto mortal con pirueta de 2021, cuando le robó la cartera a Mercedes y a Lewis Hamilton, eso sí, con la inestimable complicidad de Dirección de Carrera. , no sin un punto de vértigo que seguramente provocó que más de uno en el taller de los bólidos papaya tragara saliva, ¡glups! Con un arranque de la carrera sin sobresaltos, el campeonato se decidió en el nudo de la prueba y la cosa cayó a favor de Norris y McLaren, que esta vez no se puso a hacer experimentos con Coca-Cola.
En Abu Dabi, en las que comprometió de forma dramática un entorchado que debía haber resuelto hace ya muchas semanas. En Las Vegas, un error de cálculo en la erosión de la placa de resina de debajo del coche supuso una descalificación dolorosísima; aunque probablemente menos que el bofetón de la semana pasada, en Qatar. un arrebato que normalmente termina en ridículo, y que en Losail le puso más picante a una gresca que nadie pensaba que pudiera alargarse tanto.